Queremos acompañar la maduración y desarrollo de un modelo de persona abierta a Dios, que viva su relación con Él desde la experiencia profunda de sentirse amado y de amarle; abierta a los demás, desde la experiencia de saberse hermanos, lo que significa vivir con compasión atenta a la solidaridad, desde la entrega y el servicio a todos, especialmente a los más necesitados; y abierta al mundo, a la experiencia consciente y crítica de todo lo que sucede alrededor, de lo nuevo que llega y de lo nuevo que vendrá, sintiéndose responsable de su propia historia, comprometida con el bien común y con la conservación de la naturaleza, capaz de mirar a la sociedad en la que se integra con realismo crítico, pero también con ternura y compasión, y participando activamente en su transformación.